jueves, 10 de noviembre de 2011

CAPUSIGRA UN HEROE DE LA RAZA




"Transcurre el siglo XV. América aún no ha recibido el empuje alucinante de los Descubridores. El abrazo genésico de dos pueblos deslumbrados, en busca de nuevas matrices, sólo ocurrirá doce años después.

Huayna-Cápac no ha podido extender los límites de su Imperio, hasta más allá del Angasmayo. Pero el Inca es testarudo y no desiste de su empeño. Quiere que las ariscas tierras de los Pastos y Quillacingas queden bajo el dominio de su espada triunfadora. Su hermano Auqui-Toma, es el ejecutor del designio. Cuenta con la colaboración de cincuenta mil “orejones”.

Se estremecen los desfiladeros al paso de las tropas invasoras. En lo alto de las breñas, las pupilas vigilan. El Carchi torrentoso cobra las primeras víctimas. Pastos y Quillacingas se defienden. La estrategia de Auqui-Toma entra en acción. Repuestos de las sorpresas iniciales, los súbditos de Viracocha avanzan lenta pero seguramente. Los nativos retroceden. Ponen en juego su astucia y su malicia. Los asientos de antiguos conglomerados aborígenes son incendiados por sus propios moradores. Todo queda reducido a cenizas. La desolación hace acto de presencia en todas partes.

Y entre más y más los Incas penetran en el violado territorio de las tribus que ostentan la luna en sus narices, la voluntaria devastación se agiganta. Soledad y abandono en la totalidad de los horizontes. De pronto la duda hiere: ¿Qué se hicieron los enemigos? Nadie responde.

Llegan los extranjeros a las orillas del Río Caliente. Hay sopor en las mentes y los labios están calcinados. Las aguas se aquietan en el sosiego de los remansos. El cauce es un nuevo mojón para el afán extraterritorial de las tropas. De pronto parece que montes y valles y cielos se derrumban. El estrépito es espantoso. Hay alaridos de dolor y blasfemias de pavura. En lo más alto de los farallones, en el parapeto natural de los abismos, el Cacique Capusigra deja que se despeñe una carcajada mefistofélica. Y detrás de la carcajada, en alud impresionante, van enormes piedras que caen sin misericordia sobre los desprevenidos Cuzqueños. También el Cacique Tamasagra participa de la jornada homérica. La muerte se pasea a lo largo de las linfas turbulentas. Pocos salen con vida. Auqui-Toma emprende la retirada, ya no por el camino de la gloria sino por los atajos de la vergüenza y de la melancolía. No puede dar cuenta personal de la derrota. El testimonio de sus huesos recibe el beso calcinante del Arenal de Chota. En los anales de los Quillancingas habían pasado varias lunas. En los cómputos modernos la historia señalaba una fecha de 1480.

Capusigra es uno de los grandes exponentes de la raza. Con sus insignias de Cacique, se destaca en la sombra de los tiempos como el intérprete de los sentimientos colectivos. No quiere yugos para su gente, ni nuevos amos para su tierra. Se defiende con el instinto de la fiera agazapada en la penumbra y sigue los pasos del intruso para descargar oportunamente el golpe certero. En inferioridad de condiciones pone en juego su habilidad intuitiva y mientras el invasor moviliza armas diferentes, él solo contrae la potencia de sus músculos y la virilidad de su audacia. En esta equivalencia de valores, la piedra es para Capusigra el mármol y el bronce su consagración. Prefiere la libertad en la pobreza a la esclavitud en la holgura. En esta norma de conducta, el árbol genealógico de estos picachos andinos estremece sus más profundas raíces".

QUIJANO GUERRERO, Alberto. Luz en la Arcilla. Pasto : GRAFICOLOR, 2004.


LARRY RAMOS

ORDEN PATRIOTA BOGOTA
CENTRO DE ESTUDIOS
REVISIONISTA Y NACIONALISTA
VICTORIA SIEMPRE! DERROTA NUNCA!

2 comentarios:

  1. Excelente texto, que poeta era el gran maestro Alberto Quijano, tan poeta que engendró astrónomos, entre otros.

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  2. Excelente texto, que poeta era el gran maestro Alberto Quijano, tan poeta que engendró astrónomos, entre otros.

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